Para tener una lectura y análisis acabado en el siguiente está el link a la columna : http://diario.elmercurio.com/2007/02/24/el_sabado/felicidad_a_la_orden/noticias/1055956E-97A2-4A75-9E3F-107CE74BD76A.htm?id=%7B1055956E-97A2-4A75-9E3F-107CE74BD76A%7D
En la revista “El Sábado” del diario El Mercurio, el día 24 de Febrero del presente, apareció una columna del connotado sacerdote jesuíta Felipe Berríos, titulada irónicamente “Un buen consejo”. Esta columna es el fiel reflejo en lo que puede terminar un mal entendido ecumenismo y “apertura” frente a la realidad. Por lo que nos concierne, respetamos absolutamente la libertad de las conciencias, pero no podemos tolerar la sarta de errores esparcidos sobre el documento, que sirve de alimento a las más destructivas corrientes contra la Santa Iglesia Católica.
Volviendo al mencionado, podemos distinguir en ésta tres partes:
1- En primer lugar realiza una analogía entre una recomendación realizada por el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton sobre la política exterior de éste país, a comportarse “ como si mañana no fuera más la primera potencia mundial” y que éste sería un buen consejo, pastoralmente hablando, a la Iglesia Católica para que abandone una supuesta “prepotencia”; ya que en un mañana no muy lejano, al igual que en España (que hoy por hoy es la cuna de los errores liberales) los sacerdotes no serán escuchados ni respetados como antaño, a pesar de que la gente siga siendo católica. Sobre esto hay que hacer notar varios errores, en un primer lugar aquí no estamos frente a países que se encuentren temporalmente en una situación de primacía en el orden global, sino que estamos hablando de la única fe verdadera, profesada en el símbolo de los Apóstoles y que es un imperativo sea llevada a todos los pueblos para la salvación de las almas ya que fuera de la Iglesia no hay salvación, en consecuencia, no se trata de un negocio terreno. Tampoco en una Iglesia verdaderamente Católica no se respetará al clero, a priori me parece un prejuicio contra el pueblo y en segundo lugar jamás se desautorizará la opinión de quien ha sido instituido por Dios para la realización, de un modo más perfecto, de la función sacerdotal de Cristo, ya que “En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación.” [L.G, III, 18].
2- En segundo lugar se insta a que la Iglesia se adecue a este mundo secularizado, concepto que en su espíritu se encuentra condenada en el Sílabo de errores de nuestro siglo de S.S Pío IX, donde se condena la frase: “La óptima constitución de la sociedad civil exige que las escuelas populares, concurridas de los niños de cualquiera clase del pueblo, y en general los institutos públicos, destinados a la enseñanza de las letras y a otros estudios superiores, y a la educación de la juventud, estén exentos de toda autoridad, acción moderadora e ingerencia de la Iglesia, y que se sometan al pleno arbitrio de la autoridad civil y política, al gusto de los gobernantes, y según la norma de las opiniones corrientes del siglo.” [Syllabus, XLVII, Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856] y también la Alocución Jamdudum que dice “El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización.” [Syllabus, LXXX, Alocución Jamdudum, 18 de Marzo e 1861] .
3- En tercer lugar, y no por esto menos grave se insta a “abrazar” el lenguaje seductor de la Iglesia primitiva “a la que no se le escuchó por su estatus o por sus glorias del pasado, sino que por su testimonio seductor y contagioso”, a esto dos reflexiones: en lo referido a las glorias del pasado, la única gloria de la Iglesia es la de Nuestro Señor Jesucristo, esa gloria ya existía en la Iglesia “primitiva”, o como la llamo yo “la de siempre”; a la añoranza de la Iglesia “primitiva” contesto que esta sigue siendo la misma ahora y hasta el fin de los tiempos.
En la revista “El Sábado” del diario El Mercurio, el día 24 de Febrero del presente, apareció una columna del connotado sacerdote jesuíta Felipe Berríos, titulada irónicamente “Un buen consejo”. Esta columna es el fiel reflejo en lo que puede terminar un mal entendido ecumenismo y “apertura” frente a la realidad. Por lo que nos concierne, respetamos absolutamente la libertad de las conciencias, pero no podemos tolerar la sarta de errores esparcidos sobre el documento, que sirve de alimento a las más destructivas corrientes contra la Santa Iglesia Católica.
Volviendo al mencionado, podemos distinguir en ésta tres partes:
1- En primer lugar realiza una analogía entre una recomendación realizada por el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton sobre la política exterior de éste país, a comportarse “ como si mañana no fuera más la primera potencia mundial” y que éste sería un buen consejo, pastoralmente hablando, a la Iglesia Católica para que abandone una supuesta “prepotencia”; ya que en un mañana no muy lejano, al igual que en España (que hoy por hoy es la cuna de los errores liberales) los sacerdotes no serán escuchados ni respetados como antaño, a pesar de que la gente siga siendo católica. Sobre esto hay que hacer notar varios errores, en un primer lugar aquí no estamos frente a países que se encuentren temporalmente en una situación de primacía en el orden global, sino que estamos hablando de la única fe verdadera, profesada en el símbolo de los Apóstoles y que es un imperativo sea llevada a todos los pueblos para la salvación de las almas ya que fuera de la Iglesia no hay salvación, en consecuencia, no se trata de un negocio terreno. Tampoco en una Iglesia verdaderamente Católica no se respetará al clero, a priori me parece un prejuicio contra el pueblo y en segundo lugar jamás se desautorizará la opinión de quien ha sido instituido por Dios para la realización, de un modo más perfecto, de la función sacerdotal de Cristo, ya que “En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación.” [L.G, III, 18].
2- En segundo lugar se insta a que la Iglesia se adecue a este mundo secularizado, concepto que en su espíritu se encuentra condenada en el Sílabo de errores de nuestro siglo de S.S Pío IX, donde se condena la frase: “La óptima constitución de la sociedad civil exige que las escuelas populares, concurridas de los niños de cualquiera clase del pueblo, y en general los institutos públicos, destinados a la enseñanza de las letras y a otros estudios superiores, y a la educación de la juventud, estén exentos de toda autoridad, acción moderadora e ingerencia de la Iglesia, y que se sometan al pleno arbitrio de la autoridad civil y política, al gusto de los gobernantes, y según la norma de las opiniones corrientes del siglo.” [Syllabus, XLVII, Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856] y también la Alocución Jamdudum que dice “El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización.” [Syllabus, LXXX, Alocución Jamdudum, 18 de Marzo e 1861] .
3- En tercer lugar, y no por esto menos grave se insta a “abrazar” el lenguaje seductor de la Iglesia primitiva “a la que no se le escuchó por su estatus o por sus glorias del pasado, sino que por su testimonio seductor y contagioso”, a esto dos reflexiones: en lo referido a las glorias del pasado, la única gloria de la Iglesia es la de Nuestro Señor Jesucristo, esa gloria ya existía en la Iglesia “primitiva”, o como la llamo yo “la de siempre”; a la añoranza de la Iglesia “primitiva” contesto que esta sigue siendo la misma ahora y hasta el fin de los tiempos.