lunes, 5 de marzo de 2007

Transantiago, oportunidad perdida


Mucho se ha hablado del famoso “Transantiago”, el plan de transportes que cambiaría la faz de nuestra ciudad, haciéndola más amable, ordenada y limpia, y también la calidad de vida de sus habitantes, ya que tendrían un sistema integrado de transporte, eficiente, más rápido y más barato.
Cómo tanta maravilla es imposible de lograr toda junta, el plan se haya en un estado crítico. En efecto, las filas interminables de pasajeros, la falta de recorridos y el colapso del sistema de Metro (el único baluarte de transporte público occidental en nuestra ciudad) son incluso más claras que las entrevistas a los descontentos usuarios, este plan, si sigue tal cual como está llevará nuestra ciudad al caos.
Pero la evolución e implementación de este plan ha sido una pura improvisación por parte del gobierno: Por un lado nos resulta escandaloso que Lagos, el Escobar, se lave las manos, en una actitud patentada por el mismo Pilato; ya que este plan de transporte debióse hallarse operando en su totalidad durante SU GESTIÓN; por otro lado no se entiende la actitud de la Presidente, quien se dedica a la natación en su cabaña del lago Caburgua, recientemente refaccionada por supuesto, mientras el caos vial se hace patente en la ciudad; es más, tampoco se puede entender el hecho que un individuo como Manuel Navarrete, condenado por ley de seguridad interior del Estado y sindicado como miembro de una organización como el MIR, sea dueño de cerca del cuarenta por ciento de los recorridos del plan “estrella” del gobierno.
Pero todo esto no es nada en comparación con la filosofía en la que se inspira el plan de transporte, que es el neoliberalismo más avasallador y destructivo, irrespetuoso de los grupos intermedios en los cuales se estructura y organiza la sociedad, como reza nuestra carta fundamental.
Seguramente todos los problemas, o en realidad anécdotas que he recordado, no son nada en comparación con la bofetada que se ha dado a las pequeñas y medianas empresas, aquellas de los dueños de 1, 2 ó 5 máquinas. Me acuerdo de una entrevista a uno de los mentores del citado plan en la que afirmaba “con esto (la “empresarización” de los microbuseros) se profecionalizará la atención y el desempeño de la actividad microbusera, la autoridad ya no se enfrentará con 2000 ó 3000 pequeños empresarios, sino que con 10 ó 15 empresas, ese es uno de los grandes avances que trae Transantiago”. Luego de estas palabras podemos concluir cual es la actitud del Estado chileno, ser servil ante el poderoso y altanero frente al débil, el cual es visto como un escollo para el progreso de la sociedad y que “tarde o temprano tendrá que vender la micro porque así funciona la cosa”. Luego de estas afirmaciones, ¿Con qué seriedad podemos tomar las llamadas iniciativas pro PYME?, ¿Serán pro PYME o pro gran capital?, ¿Es éste el trato que se merece quienes generan la mayor cantidad de empleo del país?
Las actitudes antes mencionadas son herencia una forma obsoleta de entender la economía. Francis Fukuyama, connotado y autoconfeso neoliberal, señala que una de las grandes deficiencias de una economía liberal es la poca capacidad de generar confianza en el famoso trinomio, familia-grupos intermedios- Estado, en que se opta por el camino fácil de dejar al mercado “laissez faire” y que “el grande se coma al chico”. Más inteligente hubiera sido por parte del Estado, para una reforma de esta envergadura, el haber tomado plazos más largos, de unos cuatro o cinco años y haber impulsado la creación de conglomerados tipo “keiretzu” japoneses en la cual los distintos micro empresarios del transporte hubieran recibido crédito estatal y transferencia tecnológica en maquinaria y logística, y que estos micro empresarios se unieran en una cadena horizontal uniforme en la cual fueran codueños de cada una de las empresas que forman el conglomerado. De este modo se establecen lazos de cooperación e integración entre los distintos miembros de la sociedad, quienes acceden y crean tecnologías aparentemente lejanas por su condición de microempresarios y ofrecen un servicio de calidad a la gente, con adecuadas frecuencias y gestión de flota.
Cómo nada de esto se hizo a su debido tiempo, Chile perdió la oportunidad de reestablecer confianzas entre sus grupos intermedios y el Estado, dejando en desamparo y oposición a la familia y al Estado, sin grupos intermedios, los cuales son base de una vida en sociedad y que revelan la evolución cultural de cada país.

1 comentario:

Felipe Andrés C.R. Lizama Allende dijo...

Antes de escribir cualquier cosa, quisiera felicitar a nuestro compañero de Facultad Felipe Zaldívar por incorporarse al Mundo de los blogs y sumarse, junto con muchos otros, a dar una batalla de ideas contra el liberalismo, el neoliberalismo, el marxismo, el neomarxismo, el democristianismo, el progresismo, etcétera. Su incorporación es un bálsamo para todos los que creiamos que en Derecho no hay esperanzas de escapar de los cánticos de sirena del modelo neoliberal y de la democracia liberal, preconizada desde algunas secciones de primer año y sin ser piesta en tela de juicio, NI SIQUIERA por los cursos que deberían hacerlo (preocupados de enseñarnos burocracia escolástica)
Muy interesantes son las reflexiones de nuestro contertulio a propósito del modelo económico neoliberal y nos muestra, con ejemplos palmarios de Economías que crecen que se puede organizar en torno al bien común políticas económicas que tengan a los cuerpos naturales de la sociedad como elemento matriz y no al individuo aislado, atomizado, sin protección alguna propio de los ideales revolucionarios de aquel fatídico año 1789, lejos uno de los peores de la Humanidad.
Perseverdad, querido Felipe, en esta noble tarea de promición de la verdad. Esperamos con ansias tus reflexiones sobre la fe católica, única, Santa y verdadera.