martes, 6 de marzo de 2007

Una Columna Escandalosa

Para tener una lectura y análisis acabado en el siguiente está el link a la columna : http://diario.elmercurio.com/2007/02/24/el_sabado/felicidad_a_la_orden/noticias/1055956E-97A2-4A75-9E3F-107CE74BD76A.htm?id=%7B1055956E-97A2-4A75-9E3F-107CE74BD76A%7D

En la revista “El Sábado” del diario El Mercurio, el día 24 de Febrero del presente, apareció una columna del connotado sacerdote jesuíta Felipe Berríos, titulada irónicamente “Un buen consejo”. Esta columna es el fiel reflejo en lo que puede terminar un mal entendido ecumenismo y “apertura” frente a la realidad. Por lo que nos concierne, respetamos absolutamente la libertad de las conciencias, pero no podemos tolerar la sarta de errores esparcidos sobre el documento, que sirve de alimento a las más destructivas corrientes contra la Santa Iglesia Católica.
Volviendo al mencionado, podemos distinguir en ésta tres partes:
1- En primer lugar realiza una analogía entre una recomendación realizada por el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton sobre la política exterior de éste país, a comportarse “ como si mañana no fuera más la primera potencia mundial” y que éste sería un buen consejo, pastoralmente hablando, a la Iglesia Católica para que abandone una supuesta “prepotencia”; ya que en un mañana no muy lejano, al igual que en España (que hoy por hoy es la cuna de los errores liberales) los sacerdotes no serán escuchados ni respetados como antaño, a pesar de que la gente siga siendo católica. Sobre esto hay que hacer notar varios errores, en un primer lugar aquí no estamos frente a países que se encuentren temporalmente en una situación de primacía en el orden global, sino que estamos hablando de la única fe verdadera, profesada en el símbolo de los Apóstoles y que es un imperativo sea llevada a todos los pueblos para la salvación de las almas ya que fuera de la Iglesia no hay salvación, en consecuencia, no se trata de un negocio terreno. Tampoco en una Iglesia verdaderamente Católica no se respetará al clero, a priori me parece un prejuicio contra el pueblo y en segundo lugar jamás se desautorizará la opinión de quien ha sido instituido por Dios para la realización, de un modo más perfecto, de la función sacerdotal de Cristo, ya que “En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación.” [L.G, III, 18].
2- En segundo lugar se insta a que la Iglesia se adecue a este mundo secularizado, concepto que en su espíritu se encuentra condenada en el Sílabo de errores de nuestro siglo de S.S Pío IX, donde se condena la frase: “La óptima constitución de la sociedad civil exige que las escuelas populares, concurridas de los niños de cualquiera clase del pueblo, y en general los institutos públicos, destinados a la enseñanza de las letras y a otros estudios superiores, y a la educación de la juventud, estén exentos de toda autoridad, acción moderadora e ingerencia de la Iglesia, y que se sometan al pleno arbitrio de la autoridad civil y política, al gusto de los gobernantes, y según la norma de las opiniones corrientes del siglo.” [Syllabus, XLVII, Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856] y también la Alocución Jamdudum que dice “El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización.” [Syllabus, LXXX, Alocución Jamdudum, 18 de Marzo e 1861] .
3- En tercer lugar, y no por esto menos grave se insta a “abrazar” el lenguaje seductor de la Iglesia primitiva “a la que no se le escuchó por su estatus o por sus glorias del pasado, sino que por su testimonio seductor y contagioso”, a esto dos reflexiones: en lo referido a las glorias del pasado, la única gloria de la Iglesia es la de Nuestro Señor Jesucristo, esa gloria ya existía en la Iglesia “primitiva”, o como la llamo yo “la de siempre”; a la añoranza de la Iglesia “primitiva” contesto que esta sigue siendo la misma ahora y hasta el fin de los tiempos.

2 comentarios:

Jaime Alcalde Silva dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jaime Alcalde Silva dijo...

Estoy muy contento de ver que Felipe se ha sumado a esta medio de intercambio de opiniones. Lo aliento para que, con su gran capacidad de análisis, pueda seguir comentando temas de actualidad y otros, como el de esta columna, que son más propios de la perenne función que Cristo asignó a su Iglesia: id y enseñar a todas las gentes que sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Entrando ahora en el texto mismo a comentar, es muy cierto lo que agudamente apunta Felipe. Las opiniones vertidas por el Padre Felipe Berríos s.j. muchas veces trasuntan graves errores doctrinales, como públicamente lo ha advertido Monseñor Goic, sino que son expresadas a través de un lenguaje llano pero ambiguo, capaz de confundir a quienes no poseen un conocimiento más acabad del Magisterio.
Sólo quisiera hacer una pequeña precisión a la por lo demás ortodoxa exposición del autor de este blog. Es necesario distinguir la redención, que es objetiva y universal, por cuanto se extiende a todos los hombres por el solo e inmenso mérito alcanzado por la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, y la salvación, que es subjetiva y particular, en la medida que sólo se salvan quienes han sido bautizados (y recordemos que existen fuera del bautismo de agua, el de sangre y el de deseo) cumplen con los mandamientos y no han pecado gravemente. Pero aquí cabe una distinción, ya que sentencia del juicio particular no es solo salvación (Cielo y purgatorio) o condenación (infierno), sino que existe el limbo (una especie de "no guilty"). El limbo se compone de: (i) los niños que murieron sin el bautismo; (ii) los niños que murieron sin la circuncisión durante la vigencia de la antigua ley; (iii) los adultos perpetuamente dementes que no pueden ser bautizados; y (iv) los adultos que, por la causa que fuese, no hay tenido el suficiente uso de razón para pecar mortalmente y no hayan sido bautizados.
Por eso, respondiendo a la pregunta de si puede salvarse quien sin culpa se hallase fuera de la Iglesia, el Catecismo Mayor de San Pío X señala: “Quien sin culpa, es decir, de buena fe, se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, al menos, tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, ese tal, aunque separado del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al alma de ella y, por consiguiente, en camino de salvación” (artículo 172).
Ánimo Felipe para que continúes perseverando en este blog. Y aprovecho de invitar a todos tus lectores para seguir rezando con más fuerzas, porque al parecer pronto habrán auspiciosas novedades en la Liturgia Católica.